jueves, 16 de abril de 2015

5º 1º Técnica Nº5 - Clases

¿POR QUÉ LITERATURA?
“Traté al arte como una suprema realidad
y a la vida como una rama de la ficción”.
Oscar Wilde

En realidad deberíamos preguntarnos: ¿para qué leer?, o ¿para qué sirve leer literatura hoy? Algunos sostienen que la literatura es una metáfora de la vida y es quien mejor explica la existencia del hombre y de sus conflictos. Es quien intenta definir todo aquello que la ciencia moderna y la historia aún no han podido.

La lectura de obras literarias crea un espacio íntimo, personal, de juego recíproco entre el autor y el lector en la construcción de un aprendizaje único y a su vez múltiple, dado que la literatura, por un lado, permite una conexión de nuestras conciencias con ese "yo" secreto, inconsciente y desconocido que todos poseemos, y, por otro lado, abre infinitas puertas a la interpretación, a la recreación y a la búsqueda permanente ante los diversos interrogantes que ofreció, ofrece y ofrecerá siempre la vida.

Como dice el escritor italiano Italo Calvino: "La lectura abre espacios de interrogación, de meditación y de examen crítico, en definitiva: de libertad; la lectura es una correspondencia con nosotros mismos y no sólo con el libro, sino con nuestro mundo interior a través del mundo que el libro nos abre". A partir de este pensamiento, uno de los principales objetivos del presente cuadernillo es crear un espacio abierto a la reflexión, en el que sea posible el disenso, la contradicción, la pluralidad de lecturas y la pluralidad de voces en los textos propuestos. Allí se plantearán los problemas de los autores, de los sentidos, de las representaciones, de las interpretaciones y de las relaciones.

Por otra parte, como dice Marta Pasut en su obra Viviendo la Literatura, LA FUNCIÓN DE LA CLASE DE LITERATURA DEBE CONSISTIR EN RECUPERAR AL LECTOR PERDIDO. Quizás sea éste otro de los objetivos más importantes: la idea fuerza que moviliza un claro propósito de renovar la forma organizativa de un programa de Literatura, que se torne distinto, vital e interesante, capaz de invitar al alumno a que se involucre en la obra, la transforme, la protagonice, la revalorice y se convierta él también en parte de la misma a la hora de su recreación, de su análisis y de su crítica.

Ingresar al mundo de la literatura y a los mundos que ésta, a su vez, recrea, sugiere una manera diferente de ver "este mundo", es como ver a través de un calidoscopio: una nueva mirada y una forma distinta de aproximación al misterio de la vida, a la incógnita que constituye todo ser humano y al destino que éste debe cumplir inexorablemente.

En este marco, creemos que la literatura es un denominador común de la experiencia humana, tal vez porque en ella aprendemos aquello que compartimos como seres, como personas, aquello que es inherente a nuestra especie, más allá de las diferencias, las geografías, las circunstancias y los tiempos históricos. En la producción literaria se refleja la riqueza del patrimonio humano, el sistema de valores y creencias, los paradigmas culturales, el lenguaje, el paso del tiempo y las infinitas combinaciones que es capaz de lograr el genio creativo y manifestarse en una gran variedad de obras y de géneros.

Leer literatura implica abrir los ojos sobre aspectos desconocidos y ocultos de la condición humana, sumergirnos en sus misteriosos laberintos nos permite explorar, investigar y acercarnos tímidamente a una idea vaga sobre quiénes somos y qué caminos seguimos en este mundo. Leer es indagar, buscar respuestas para luego hacernos nuevas preguntas y evitar así el conformismo, la rutina y la superficialidad.

Quien se asoma a una novela, a un poema, a un cuento o al texto de una pieza teatral, descubre las huellas de otros seres, de otras vivencias y, a partir de ellas, nutre y enriquece su propia vida, porque es capaz de identificarse, de espejarse en otras experiencias, sentir en su propia piel las aventuras y las desventuras de personajes y de criaturas; el latir de pasiones y de sentimientos ajenos vividos como propios.

Por último, quisiéramos añadir y compartir con ustedes un pensamiento del destacado escritor latinoamericano Mario Vargas Llosa, quien señala: "La vida soñada de la novela es más bella, diversa, comprensible y perfecta que la real. Esta es, acaso, la mejor contribución de la literatura al progreso: recordarnos que el mundo está mal hecho y que podría estar mejor, más cerca de lo que nuestra imaginación es capaz de inventar". En esta reflexión se advierte un claro interés por darle a la literatura un importante papel en la construcción de sociedades más justas, más libres y más democráticas. La ficción revela una necesidad vital de acortar las distancias entre el mundo real y el mundo imaginado; la búsqueda incesante de darle a nuestra existencia la misma forma que tiene nuestra vida imaginaria.
La literatura es, desde esta perspectiva, una fuente inagotable de recursos que actúa como el mejor de los antídotos contra los prejuicios, el racismo, los sectarismos políticos, las diferencias religiosas y, en definitiva, contra todo tipo de exclusión social.

LITERATURA: CONCEPTO

Para muchos investigadores, existen dos aspectos que definen la literatura y la diferencian de los restantes discursos sociales: su carácter ficcional y su finalidad estética. El término ficción (=acción y efecto de fingir) significa originariamente "inventar" y "representar". También significa dar forma, concebir, educar y adiestrar. Por ello, la literatura puede abarcar todos estos conceptos y más. En términos generales se dice mucho acerca de ella y una gran cantidad de estudiosos han querido aproximarse a una definición:
a) La literatura es el arte hecho con palabras.
b) La literatura son los pensamientos y sentimientos del autor expresados en palabras.
c) La literatura transmite mensajes, nos enseña a cuestionarnos la vida.
d) La literatura transmite valores.
e) La literatura son las historias imaginadas, inventadas por un autor.
f) La literatura es una construcción de palabras o discursos bellos.
Éstas y otras tantas creencias y definiciones se encuentran en diversos manuales, enciclopedias y libros que intentan acercarse a una mediana explicación sobre lo que significa LITERATURA. Se trata de representaciones sociales que permiten establecer qué es la literatura, en tanto que particular práctica social, para una comunidad determinada. Desde este enfoque, LOS  TEXTOS SON LITERARIOS CUANDO UNA SOCIEDAD, UNA CULTURA ASÍ LO DISPONE.

EL MUNDO DE LA FICCIÓN

Se caracterizan como ficciones todos aquellos discursos en los que se construyen acciones o acontecimientos imaginarios, que son producto de la invención o recreación imaginativa de un sujeto singular o colectivo. Con el nombre de no ficción, en cambio, se designa al discurso en que se reconstruyen situaciones reales, efectivamente ocurridas.
La DIFERENCIA ENTRE LA FICCIÓN Y LA NO FICCIÓN (por ejemplo, el género discursivo histórico) en ocasiones se advierte sin dificultad. En un caso, encontramos hechos, personajes, lugares y tiempos imaginarios. En el otro, reales. Se trata de mundos claramente distinguibles. Sin embargo, hay casos en que esa distinción es menos evidente. La ficción y la no ficción se aproximan o se confunden.
El discurso literario no representa el mundo REAL. Lo que representa es un mundo POSIBLE,  IMAGINARIO (inventado). Por eso se separa de los otros discursos sociales (el histórico, el científico) que pretenden dar cuenta del mundo real.
La literatura, entonces, es una especie de simulación del que todos, autores y lectores, tenemos conciencia. Mediante
ella se simula decir y leer algo verdadero sobre algo que no existe, salvo en la literatura. La ficción, por lo tanto, no es lo contrario de lo real, sino que representa la imagen que de lo real puede construirse.
Por otro lado, cuando hablamos de literatura debemos referirnos a su finalidad estética. Ésta se manifiesta en el modo en el que se aprovechan todas las posibilidades de la lengua: semánticas, sonoras, sintácticas, morfológicas, gráficas, etc. Por ejemplo, las reiteraciones de sonidos y de construcciones, las metáforas, la disposición de las palabras en la página. Por medio de la finalidad estética, la literatura se repliega y se centra en su propio mensaje.

La finalidad estética está vinculada con el llamado "placer estético". El que lee una novela, un poema, un cuento o el texto de una pieza teatral, experimenta un deleite ante un texto que está bien escrito; es decir, la obra literaria al igual que las obras artísticas en general, es capaz de crear y de generar por sí misma, mediante múltiples y armónicas combinaciones de palabras y de giros lingüísticos, un particular y único goce estético.
Un ejemplo lo representa la siguiente poesía de la cantautora argentina Eladia Blázquez. En ella, la poetisa enfatiza un canto a la vida, un llamado a merecerla y a arriesgarse por los valores que la sustentan. Tras una original disposición de las palabras y un sutil juego de significados, logra musicalidad, ritmo, elegancia y, en suma, belleza.

RELACIÓN LITERATURA Y REALIDAD:

La naturaleza ficcional y la finalidad estética otorgan a la literatura un carácter autónomo, independiente de la realidad.
Dicho de otro modo, la literatura no se relaciona directamente con la realidad. Pero esto no significa que no exista ninguna relación entre ambas.

La relación entre la literatura y la realidad es indirecta, pues establece una vinculación con distintos discursos sociales vigentes en la época: discursos históricos, políticos, religiosos, morales, jurídicos, periodísticos. Podemos señalar además que el discurso literario, al representar una realidad imaginaria o recreada, se conecta con otros discursos y al hacerlo, manifiesta su acuerdo, su desacuerdo o su propósito de transformarlos. Por eso, para leer (comprender y disfrutar) la literatura, se necesita también leer o conocer los otros discursos sociales que la rodean.

Ahora bien, ¿cuándo una obra es literaria? En principio, diremos que cuando reúne todas las características mencionadas anteriormente (ficción, finalidad estética, conexión con otros discursos sociales). Pero para que una obra sea considerada literaria debe someterse a determinados juicios de valor. Los gustos, las opiniones, las valoraciones, los juicios estéticos, son difundidos por instituciones tales como la escuela, la universidad, las revistas literarias, las editoriales, las agrupaciones de escritores, los medios masivos de comunicación, entre otras. En cierta medida, estas instituciones imponen sus valoraciones al resto de la sociedad.
Se supone que en estas instituciones hay especialistas (los docentes, los críticos literarios) que saben del tema y, por esta razón, sus opiniones logran un mayor peso y se imponen ("Si lo dijo tal…"). Pero las instituciones y los críticos cambian con el tiempo sus valoraciones. Más allá de las variaciones y de las diferencias que se producen, cada institución establece un "canon de lectura", es decir un listado de libros y de autores que son considerados obras literarias y que, por eso, vale la pena leer

EL ESCRITOR, LA OBRA Y EL LECTOR

El escritor es la persona real, existente, que produce literatura. Aunque en realidad todos escribimos, en nuestra cultura se reserva la denominación de "escritor" a aquél que hace literatura. Esto demuestra el valor que se le da a la escritura literaria.
El escritor es el que inventa seres de ficción: el "yo" que habla en la poesía, el narrador de un cuento o una novela y los personajes que dialogan en una obra de teatro. Es decir, que el escritor se vincula con los lectores de manera indirecta a través de seres imaginados que plantean situaciones ficticias.
Por otro lado, el lector cierra el circuito que comienza con el escritor. De este modo, él es el destinatario de la obra y su lectura está, en principio, determinada por la propuesta textual construida por el escritor e, incluso, por lo que señalan las instituciones (qué conviene leer, cómo debe interpretarse, cómo debe valorarse). Pero, una vez que el libro llega a manos del lector, éste tiene la libertad para apropiarse de la obra de diversas maneras: puede intentar interpretar los sentidos que esta encierra (algunos claramente visibles, otros que requieren de un trabajo más arduo para ser encontrados), o puede tratar de encontrar en los textos literarios algunas respuestas a sus propias búsquedas o interrogantes o, simplemente, deleitarse con su lectura.
Cada lector, entonces, interactúa con el libro como quiere: al leer toma algunos aspectos, deja otros, hace varias lecturas e interpretaciones, etc. La obra literaria se termina y se completa con la lectura de cada lector.

LOS GÉNEROS LITERARIOS

Tradicionalmente, se ha establecido una clasificación muy general de las obras literarias. Según esa tipificación clásica, los textos se reúnen en tres géneros: el narrativo, el lírico y el dramático.

Cabe señalar que esta división en géneros ha sido seriamente cuestionada en las últimas décadas por diversos críticos y estudiosos de la literatura, quienes observan cierta "estrechez" de los géneros para abarcar la multiplicidad y la complejidad de las distintas creaciones literarias a lo largo de la historia. Al respecto, el crítico Kurt Spang señala en su obra Géneros Literarios: "… un problema engorroso para el estudioso de los géneros es el número casi inabarcable de géneros, subgéneros y subdivisiones de éstos y, a veces, la diversidad de designaciones para el mismo fenómeno".(6)
Sin embargo, los géneros se encuentran entre las categorías más antiguas utilizadas para sistematizar la creación literaria. A partir de la necesidad de ordenar las obras literarias para su estudio, los géneros funcionan como un criterio sencillo y medianamente eficaz. También funcionan como guías de lectura, a partir de los diversos "contratos o pactos de lectura" que cada género establece tácitamente con los lectores, que determinan el comportamiento y las expectativas del lector, dado que no es lo mismo leer una novela, un poema o una obra de teatro.

CARACTERÍSTICAS DE LOS GÉNEROS

Género narrativo
La situación básica que subyace en todos los textos  narrativos es la de contar historias. Es decir, nos encontramos siempre con una historia narrada por alguien, comúnmente llamado narrador. Este se constituye en intermediario entre la historia y el lector.
Las formas más tradicionales de la narrativa son el cuento y la novela, aunque también se incluyen en este género las fábulas, las leyendas y los mitos.

Género dramático
Incluye las obras pensadas y elaboradas para su posterior  representación. La historia se construye a través de diálogos que sostienen los personajes. A diferencia del género narrativo, el dramático no cuenta con un narrador intermediario y la historia se hace presente a partir de la misma acción dramática. Las formas más comunes son la tragedia, la comedia y el drama. También pertenecen al género dramático la farsa, el sainete y el grotesco.

Género lírico
Éste es el género más difícil de definir y caracterizar. Es una expresión estética que delinea vivencias, emociones, sentimientos,  reflexiones a partir de la voz de un "yo" íntimo, personal y subjetivo. Por lo general, la lírica es breve e intensa. La sugerencia, el estímulo creativo y la insinuación son los típicos recursos líricos. Predominan la composición en verso, la musicalidad, el ritmo y una fuerte combinatoria de efectos sonoros relacionados con el significado de las palabras.

Pertenecen al género lírico los sonetos, los romances, las odas, las elegías, los himnos, los epigramas, las églogas.

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